En serio,
¿cuánto? Porque ya he perdido la cuenta.
Nunca la he
llevado, en realidad.
Como no he
llevado la cuenta de las veces que me enamoré de ti.
Por las
esquinas.
En los
callejones.
En un
portal, con la voz rota y a las cinco de la mañana.
No me mires
así, que tú tampoco te acordabas de mi nombre al día siguiente.
Es por eso
que te odio, Madrid.
Porque soy
uno más. Uno más en tus madrugadas.
Un peatón
cualquiera que cruza la Gran Vía en hora punta,
y sin
embargo.
Porque te he
hecho especial al oído, y no me has sabido escuchar.
Te odio,
Madrid.
Con tus rincones
sobrecogidos.
Con tus
antros de cerveza y penumbra.
Con tus
días.
Con tus
noches de desastre,
y todo lo demás.
Te odio,
Madrid.
Porque si te
digo que te quiero y me respondes,
nunca me voy
a ir.
Yo le dije a Madrid que la quería y me respondió. Aunque no exactamente como esperaba (una puerta de cristal se estampó contra mí y me hizo heridas de cintura para abajo, especialmente un gran corte en el muslo derecho).
ResponderEliminarAunque no viene a cuento.
Lo que viene a cuento es el texto que me has recordado con tu poema: "Como aquel gato, que se enamoró de la lluvia y se pasó el resto de sus siete vidas escribiendo tristes canciones de amor sobre lo mucho que duele amar lo que por instinto odias."
Ay.
No le digas a Madrid que la quieres, demuéstraselo.
M.